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M en vaig a escampar la boira

Barrios torontonianos

 

El otro día compre un té de yuyos llamado “Northern Delights” (Delicias boreales) en cuya caja hay una foto de dos mujeres Inuit (el nombre políticamente correcto de los esquimales) calentando agua en un fogón. Obviamente, compre una caja. Elegí el de sabor a arpiqutik (¿será una baya de las regiones árticas?). Cuando llegamos, me preparé una taza y mientras la disfrutaba, me puse a leer los ingredientes: raíz de zarzaparrilla, semillas de fenogreco (¿?), corteza de canela, etc., etc. y un ingrediente por demás exótico: ¡¡yerba mate!!

El jueves aproveché que salió el sol y fui a Toronto a tomar el colectivo turístico. Para poder tomar ese colectivo, tuve que tomar uno hasta el subte, que tardo más o menos 25 minutos, y después el subte, unas 15 estaciones, una ecuación que no termina de cerrar. Pero valió la pena. Pasamos por los lugares típicos del centro pero lo que más me gustó fueron los barrios que están un poco más alejados y que tienen características propias muy definidas. Es muy interesante observar la diversidad étnica y cultural de la ciudad. Cada zona tiene un cartel que la identifica; por ejemplo, la Gay Village tiene la bandera con los colores del arco iris colocada debajo del nombre de las calles, y así.

Wellesley Street es el barrio gay, donde viven homosexuales, transexuales y demás yerbas. Me gustó porque todos los negocios están diseñados con muy buen gusto,  muy modernos, muy prolijitos. Las publicidades gráficas, con fotos tipo Brokeback Mountain,  están orientadas a este público y no se ven en otros sitios. Obviamente.

Little India es el barrio donde se concentran negocios y casa de comida hindú y paquistaní.  Había un olorcito riquísimo a comida y especias. Me encantaron las vidrieras de las boutiques con sus saris y sedas de colores brillantes y alegres. Tengo que volver para hace algunas compritas.

Greektown es el barrio griego. Los colores predominantes son los de la bandera, azul y blanco. Hay muchos restaurants y muchas casas de novias también, que me hicieron acordar a “Mi gran casamiento griego”. La guía conto que la casa de los padres existe, no es un decorado, y está en una de las calles de ese barrio.  

Little Italy es donde me bajé a comer. Justo estaban filmando escenas de una película, pero no me llamaron para actuar. Hollywood se pierde una estrella. Fui al Café Diplomático, que aparentemente es famoso y el lugar obligado para ir a ver partidos de futbol. La comida no fue gran cosa pero al menos puedo decir que estuve allí. Y si, en la calle se oye el idioma italiano.

El colectivo turístico tiene un horario fijo y tenía que esperar más de una hora para el próximo. Me faltaba una partecita del recorrido, Koreatown, pero ya había visto todo lo que había para ver en Little Italy, me dolía la cabeza y hacía calor (aunque no me lo crean, casi 30C), así que preferí volver al hotel.  Sabía que estaba a algunas cuadras del subte. Pateé hasta Bloor Street y, oh sorpresa, ¡la estación está en pleno Koreatown! Justo ahí se murió la batería de la cámara y no tengo fotos.

Estoy chocha porque en Canadá se usa el sistema métrico. ¡Es un gran alivio entender pesos, medidas, distancias y temperaturas!

 

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