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M en vaig a escampar la boira

Alrededor de la isla, hay rutas marcadas para los que quieren caminar. Uno de esos caminos esta marcado a lo largo de la costa, que no es de playa sino acantilado. La vista es hermosísima: por un lado, salvaje, con las olas del Atlántico golpeando las rocas, y por el otro, civilizada, con los carteles que indican por dónde ir.

Como se aprovecha cada metro cuadrado de tierra cultivable, en ciertos lugares teníamos el mar de un lado del camino y cultivos de papa del otro. Nos tocó un día de sol increíble. Íbamos disfrutando de la vista, la tibieza del sol y el aire puro y salado del mar. Hasta que sentimos un olor a cloaca inmundo. Resulta que un señor estaba abonando sus plantitas con cacona de vaca. Nadie usa fertilizantes artificiales, que está muy bien, pero el olor era insoportable. Nauseabundo.

La caminata duró una hora y media. En línea recta, no es mucho, pero el camino subía y bajaba y sentía como se disolvía la celulitis de tanto trepar. En mi cabeza, porque a la noche me fijé y seguía ahí. Llegamos al otro lado muertos de hambre y sed. Yo comí como si fuera el fin del mundo, incluyendo torta de chocolate. Además, acá hacen las mejores papas fritas. Total, teníamos que volver al auto por el mismo camino.                                                                                            

Ayer fui hasta St. John’s village, un pueblito típicamente inglés que queda al norte; por suerte el camino “campo adentro” es llano. Volví en bondi. Cada parada está identificada con un número de cinco cifras. Vos mandás un mensaje de texto con ese número y recibís un mensaje con el tiempo de espera hasta el próximo colectivo. ¿Qué talco?

1 comentario

Isa -

Jajajaja... claro, como no va a estar la celulitis a la noche después de las papas fritas con torta de chocolate! That's my girl!!! Besos...