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M en vaig a escampar la boira

Bayeux, Francia

Siempre quise ir a ver las playas de Normandía donde fue el desembarco de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, y ahora que estamos a una hora en ferry de Francia, decidimos ir a pasar el fin de semana  a Bayeux.

Sábado 21/3

El ferry salió tarde, pero el cruce fue tranquilo, el mar era un espejo, no había viento y había un sol divino.  Buscamos el auto que habíamos alquilado y salimos a la aventura. Llegamos a Bayeux a eso de las 14.30. Dejamos las cosas en el hotel (que está en el casco histórico), compramos unas delicias para hacer un picnic en la playa (aunque había sol, estaba bastante fresquete). Intentamos encontrar la playa sin mapa ni guía, y se nos complicó, pero al fin llegamos a Gold Beach.  No tengo palabras para explicar la desilusión que me embargó: había una pared de niebla espesa. Podía oír las olas pero no se veía absolutamente nada. Nos sentamos a comer en una medianera pero yo tenía frio (y bronca).  

Decidimos buscar el Cementerio Americano (si vieron la película Salvando al Soldado Ryan, es donde filmaron la primera escena, la del señor mayor visitando una tumba). Después de dar vueltas en círculo, cortamos por lo sano y fuimos a comprar un mapa de la región. Llegamos quince minutos antes de la hora de cierre, con superproducción de adrenalina. Los jardines son hermosos, perfectamente mantenidos (con precisión militar…. Obviamente), muchas flores y arboles altos. Hay un sendero que empieza en la puerta y bordea Omaha Beach (lugar del desembarco de los americanos). Después de un recodo, aparecen las parcelas con las cruces blancas (o estrellas de David, según sea el caso), todas iguales, dispuestas de forma tal que no importan donde te pares, siempre se ven líneas rectas (horizontales, verticales o diagonales). El efecto es impresionante y conmovedor, es como un bosque de cruces que se extiende hasta el horizonte. Se me hizo un nudo en la garganta. Sin importar de la nacionalidad de los soldados y los motivos que tenían, me causo mucha tristeza pensar en la pérdida de cientos de miles de vidas, jóvenes con toda la vida por delante y las familias que dejaron atrás. Quedamos rezagados detrás de los últimos turistas y el silencio absoluto y el canto de los pájaros contribuyeron a crear una atmósfera de paz y tristeza abrumadoras.  

Volvimos a Bayeux y fuimos pasear por el casco histórico medieval. Oh yeah! Estaba en mi salsa. Compramos cositas ricas dulces en una confitería y las disfrutamos en el hotel. Sean se puso a ver el partido de Gales contra Irlanda por el Seis Naciones y yo dormí un ratito.

 

Domingo 22/3

Después de desayunar, fuimos a visitar la catedral, que es del siglo XI. Me encantó. Sean bajó a la cripta, peor a mi me da claustrofobia y lo esperé arriba.

Luego, a ver el Tapiz de Bayeux. Es un tapiz de 70 metros que cuenta la historia de la conquista de Inglaterra por Guillermo el Conquistador (un pibe de la zona, el rey de Normandía). Se dice que es la primera historieta de la Historia. Está en muy buen estado de conservación, especialmente porque fue bordado en el año 1066. A mí me pareció muy interesante la visita, pero a Sean no le causó tanta gracia la historia de la derrota de su país a manos de los franceses (¿prejuicioso yooo?).

Sean quería ver el cementerio británico. El problema es que hay más de diez en toda esa zona y no están demasiado bien señalizado. Dimos con uno más bien chico, llamado Ryes War Cemetery en Bazenville. A pesar de que no es impresionantemente grande, tuvo el mismo efecto de nudo en la garganta. Al contrario del americano, las lápidas, además del nombre, rango y regimiento, tenían un mensaje de la familia del soldado. Este detalle hace que la experiencia sea aun más conmovedora y pone todo en un plano más personal. Sean estaba orgulloso de su país y sus soldados.  

Era nuestra última oportunidad de ver las playas. Encontramos la llamada Juno Beach (de los canadienses). Otra desilusión. Esta vacía, no hay nada de nada, solo kilómetros de arena. Está en el pueblo de Courseules sur Mer, que es horrible. Hay un museo pero no teníamos tiempo de visitarlo.  Seguimos, medio derrotados, hasta Arromanches-les-Bains. ¡Bingo! En el mar quedan restos del pontón artificial que construyeron los Aliados para poder desembarcar. En las fotos no se ve mucho porque el pontón está lejos y había neblina, para variar. Almorzamos en un café (croque Monsieur y omelette de fromage, ¡que francés!).

Volvimos Saint-Malo a tomar el ferry de vuelta a Jersey.  

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