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M en vaig a escampar la boira

Aventura religiosa

El domingo pasado, 7 de octubre de 2007, Sean y yo fuimos a un servicio religioso en una iglesia llamada Oak Cliff Bible Fellowship, invitados por la novia de un amigo que desde hace muchos años concurre a esa iglesia. No fuimos movidos por fervor religioso sino más bien por curiosidad.

            Debo admitir que no fui con la mejor predisposición porque tuve que “madrugar” el domingo, para llegar al servicio de las 11 (porque ni loca iba al de las 8), tuvimos que levantarnos a las 9 y como se nos hizo un poco tardón, no desayunamos. O sea, mi glucosa estaba baja y mi mal humor, alto. Y además tuve que vestirme bien, con tacos y todo, porque las reglas de etiqueta no permiten los jeans.

            La iglesia, como la gran corporación que es, ocupa varios terrenos. De un lado está el edificio de la escuela dominical, oficinas, salones, playas de estacionamiento, etc., y del otro lado de la calle, el templo propiamente dicho.  La organización fue impecable: dos policías controlando el tránsito, tipos con remera amarilla con el logo de la iglesia organizando el estacionamiento, voluntarios que entregaban folletos y recibían y acomodaban a la gente. La gran mayoría de los feligreses, cantantes y pastores era de raza negra, vestidos con sus mejores galas dominicales, algunas señoras llevaban sombreros y todo. La atmósfera era la de una gran reunión de amigos y familiares.

            Entramos al gran salón. Era un anfiteatro enorme, creo que tiene una capacidad para 2.000 personas. En vez de altar, hay un gran escenario en tres niveles: en el de arriba de todo, más chico, está la pileta para los bautismos, en el del medio está el coro y la orquesta, y en el de abajo, más grande, es para el pastor. El coro tenia 20 o 30 cantantes, vestidos con túnicas bordo con mangas blancas.  

            El servicio, que duró un poco más de dos horas, empezó con los bautismos. Un pastor les preguntaba a los candidatos si querían ser bautizados, básicamente, y ¡splash! al agua pato. Después, siguieron unas canciones cantadas por el coro y el cantante principal, que, de paso, predicaba.  Eso me gustó porque el tipo cantaba muy bien, el coro también, y entraron unas bailarinas vestidos con una túnicas medio africanas, supongo que para honrar sus raíces.  Fue un lindo show, bien yanquilandia, bien organizado, bien pensado, bien prolijito. Luego, lo equivalente a los anuncios parroquiales. Esto me convenció de que es un gran negoción ser pastor: octubre es el mes nacional del pastor y los voluntarios alentaban a los concurrentes a demostrar su aprecio y les dieron una lista de ideas para regalarles a él y su esposa, la primera dama (y no es joda, la llaman así): $31, o sea, un dólar por cada año de matrimonio, un voucher para algún restaurant, un día de spa, un fin de semana en un hotel, etc., etc. ¡Que caraduras! Dos miembros de la congregación subieron al escenario para dar discursos de agradecimiento al pastor y a su mujer por su trabajo, dedicación, etc., etc. Me pareció chocante que una gran parte del servicio y de la vida de la congregación girara alrededor de la persona del pastor, que es un tipo como cualquier otro con mucha labia que tuvo la viveza de fundar sus propia iglesia.

            Después, los voluntarios distribuyeron las hostias para la comunión en bandejas y cada uno agarraba una, junto con un vasito, como los de tequila, con vino rebajado con agua. Las hostias eran cuadradas como un chicle Adams. Yo pasé la bandeja sin tocar nada. Será por tantos años de adoctrinamiento (¡ja!) pero no me parecía correcto que no estuvieran consagradas, no me parecía serio, es más, si tomaba una, era una especie de traición.  

            Después de una hora de paveo apareció el pastor para dar sus sermón. Me olvidé de mencionar que había un equipo de televisión filmando todo y se podía seguir la acción en dos pantallas gigantes ubicadas a cada lado del escenario. Realmente tengo que reconocer que el tipo era un gran showman, muy carismático y sabía captar la atención de la gente, pero no me cautivó, es más, algunas cosas que dijo me parecieron grandes tonteras, pero la gente estaba chocha. Al final, invitó al que sentí el llamado de Dios a acercarse al escenario-altar y rezar. Dijo una oración como bendición y algunos de los que estaban ahí empezaron a llorar, a contorsionarse y finalmente se cayeron al suelo. Todos convencidos de que Dios los tocó, pero a mi no me engañan (ni me enganchan otra vez), es todo psicológico.

            Como experiencia, fue muy interesante, hubiera sido mejor comer algo y bostezar menos, pero así es la vida. Ahora puedo añadir una más a la lista de experiencias que no quiero repetir.

           

P.D 1: Salimos rajando y llegamos justo para sentarnos a ver el gran triunfo de los Pumas. Eso me tuvo más preocupada toda la mañana que si mi alma va al cielo o al infierno.

 

P.D. 2: Este es el link al sitio de la iglesia: http://www.ocbfchurch.org/  Sin palabras.

1 comentario

Isa -

Pero, de haberlo sabido hace unos años me hubiera dedicado a la religión o mejor dicho a fundar una "iglesia" en vez de ir a la universidad!!!! Esto yankees ya no saben que más inventar... pero bueno, al menos tu sacrificio sirvió para que Los Pumas le ganaran a Escocia (por quién hinchó Sean???? Me imagino... jajaja!